Quizás a alguien le esté pasando lo mismo...

Esta no es mi historia, ni mucho menos. Aquí sólo plasmo mis pensamientos más sentidos y , a veces, más irracionales. La historia de mi vida ya os la contaré en otro momento.






domingo, 30 de junio de 2013

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Escribir era lo mismo que atar sus ideas; algo como convertirlas en sueños obligados a cumplir.
Buscando un lugar en esta tierra de nadie vivió una auténtica odisea de regreso a su cordura. Sintió hielo que quemaba en sus abismos más profundos, que restaban habilidad a la hora de mentir.

Le quedaban pocas vidas que alquilar a este gato, moribundo, nocturno y pasajero que buscaba la belleza en la mancha de carmín. Era negro, huía de su suerte más por inercia que por razón, los callejones donde emborrachaba sus sentidos eran ya un lienzo, casi en braille, donde los ciegos de desesperación buscaban la razón más letal para abandonar el mundo de los que creían estar vivos. Las espinas le pincharon poco más a la izquierda del corazón, donde guardaba los resquicios de recuerdos e historias que no eran suyas pero que las sentía tan adentro que terminó por adoptarlas. Adaptarlas, en este caso, a una vida carente de vida y a unas ganas, carentes de sentido, de salir huyendo con el primer pincel bohemio que se atreviera a retratarla.

A este siglo veintiuno le sobraba más de una X y le faltaba toda la libertad que antes se censuraba sin tapujos y ahora se restringía sutilmente. Había buscado innumerables sinónimos de la palabra 'amor', del sentimiento 'querer' y de la persona 'yo' que no le quedaran grande, pero sus piernas se escurrían inevitablemente. Sospechaban de su pecho, malherido y abandonado, casi mutilado; un campo de batalla en el que las mariposas no volvieron a ver la luz del sol. Sus manos, cansadas y desgastadas de tanto frotar la magia, decidieron huir cuando ya no le quedaron más deseos. Hasta el color de sus ojos se contradecían; los tristes, bicolores y dañinos, los malditos inocentes ojos color impaciencia.

jueves, 27 de junio de 2013

Lo esencial es invisible a los ojos.

Aquí estaba. Ahí estabas. Ahí estaba el final.
Lo había sentido y experimentado en su propio cuerpo, pero sin llegar a extasiar como ella imaginaba que fuera. Esto le hacía pensar más en su interior hiriente, en su monotonía, en suma, en su no vida.
De invisible pasó a ser un trozo de carne, algo sexy y atractivo y ,por qué no decirlo, interesante, pasando por ser una meta y continuando por un capricho, hasta convertirse en un alma opaca por dentro y en tierra de nadie. Con la inspiración dormida, la niña de ojos tristes, ingenua, creyó que algo cambiaría. Cambió ella,  volvió a su invierno en primavera, a su verano maldito y a ser esclava de sus dudas, de sus miedos...Esclava de todo lo que era y de todo lo que quería ser.

domingo, 2 de junio de 2013

Un cuento breve que leeré mil veces.

La llenaba de vacío y pretendía recibir algo.
La absorbía y quería que fuera para él.
Le dijo tanto que poco tuvo sentido.
Todo se llenó de agujeros por donde se escapaba lo que nunca hubo.

La noche la encerraba y el día la asfixiaba.
Y sin decir nada se fue apagando, sigilosa, tenue, en silencio...