Quizás a alguien le esté pasando lo mismo...

Esta no es mi historia, ni mucho menos. Aquí sólo plasmo mis pensamientos más sentidos y , a veces, más irracionales. La historia de mi vida ya os la contaré en otro momento.






domingo, 21 de julio de 2013

Brigitte.

-1-

El despertador la sobresaltó una mañana más. “Maldito cobarde”, pensó Brigitte cuando consiguió salir de la enredadera de sábanas que la ataban cada noche y antes de apagar de un zarpazo aquella máquina que gritaba siempre que tenía la oportunidad.

El tabaco y el café nunca se llevaron bien en su paladar, pero aquella bomba era la que le hacía despegar cada día las raíces que tenía como pies en su monótona vida. Hoy eligió algo más casual y se pintó los labios de aquel rojo que atraía a los ojos carroñeros del bar de la esquina. Salió del antro que tenía como estudio después de coger su inseparable bolso y antes de mirarse al espejo y, como de costumbre, tirar un beso al aire por si alguien se lo encontraba.

Las gafas de sol más que protegerla le servían como antifaz a aquellos ojos inseguros que sospechaban antes de coger confianza y que se dilataban de vez en vez cuando la noche se ponía interesante. Hoy iba a su destino de todos los días arrastrando los pies más de la cuenta y sus tacones sufrieron sus pocas ganas de desplazarse a ningún sitio.
-          ‘Maldita cerveza, joder, ya está caliente.’ –espetó antes de bebérsela de un trago. Y desfilando sus curvas siguió su camino.
En el metro todavía había un sitio para ella y tan segura como insatisfecha se deslizó por la puerta que amenazaba con cerrarse, como si dejara todos sus miedos al otro lado del andén. Aferrada a la barandilla como si de su fe se tratase, surfeaba en cada curva que el subterráneo se atrevía a desafiar y sus ondas se alteraban y rompían como lo hacen las olas que se dejan rendir en la playa.

-          -‘Una señorita como tú, con ese olor a cerveza y ese descaro al balancearse en cada bache, merece que le devuelvan el móvil que ha conseguido escabullirse de su temeroso bolso’- susurró una voz desconocida y excitante.

Brigitte nunca había sentido unas palabras tan cercanas a su espalda, y su pelo se onduló más con el viento de la insinuación de aquella voz.

-

Descubrí que tu silencio vale más que todas esas letras y poemas que intentan describirte.
No hay océano de estrellas más fugaces que las tuyas.
No hay abismos más furtivos e inapelables que los tuyos, donde vengo morir en cada entonación de tus maullidos.
Gata excarcelada, sin escusas en su risa y solitaria y voraz que aspira a tigre.
Mis dedos dejan de ser inmutables cuando se hunden en tus dunas
y se queman en las maravillas de tu belleza femenina, y felina.
Cuando tus poros me llaman, como cráteres sedientos de lava sucia, la selva de ahí afuera parece menos pérfida y me incitan a  (come)te(rte) todos los pecados que sus dioses no perdonan
 y a quemar con cada cigarro la vileza de nuestros sollozos.
Los antojos de tu cuerpo se me antojan astillas de eternidad que se clavan en mi huella de humano cuando nos convertimos en animales sin desvelo,
cuando nos imantamos tan adentro que el cortocircuito es inevitable en nuestras almas.
Y es porque nos olemos y nos tecleamos nuestros adentros y nuestros afueras.
Porque nuestros dedos son amigos de nuestros cuerpos y derraman cada gota de deseo que culmina en nuestros sorbos fríos de cerveza, malherida, como nosotros.

martes, 9 de julio de 2013

Desde el cielo hasta donde quieras.

Se gustaban más sin ropa y sin dudas
Conquistaban sus lunares cada noche
y en sus manos cabía más amor que cordura.
Vivieron el calor del verano,
el florecer de la primavera
y el frío invierno les invadía en cada despedida.
Sus poros respondían a sus miradas
y sin saber nadar buceaban,
siempre que querían; ella en su espalda y él en sus estrías.
Se sabían inexpertos de la vida
pequeños animales jugando a quererse
y a morderse, ¿por qué no?
Jamás encontraron tantos oasis en el desierto del otro
y jamás se le pegaron las estrellas a las sábanas como entonces
 Se sabían colonos de sus cuerpos, dilatados de tanto amor
extasiados por las cascadas de sus risas
que revoloteaban libres y fugaces por las paredes de aquella habitación
testigo de sus vaivenes, de sus cárceles
Tan ajenos como suyos improvisaban, como todos
pero lo hacían desde sus cabidas, desde sus huidas
y sentían que la vida se les escapaba un poco menos
Y ya no aspiraban al cielo, el cielo era ahora
el punto de partida.



Si quieres.

Inspírame esta noche,
Navega en mis caderas
Te prometo que no habrá reproches
Sólo victorias en mis cordilleras.

Invádeme por dentro
Sacúdeme esta arena
Que hoy sopla el viento
Y no puedo cumplir mis condenas

Enrédame despacio,
Nos quitaremos esta ropa que no nos deja vernos la piel
Despegaremos de estas sábanas
Que hoy saben, cuanto menos, a miel.

Quédate si quieres
Amanezcamos juntos
No nos harán falta trenes
Que intenten marcar nuestro rumbo.




No, por favor

No me dejes decirte
En esta especie de poema
Que es como una  sentencia invencible
El porqué de este amor que quema.

No me dejes pedirte
Que te quedes entre mis piernas
Que me regales antes de irte
Otra de las delicias de tu condena.

No me dejes tatuarme
En el fondo de este alma inquieta
Las promesas que quisiste darme
Y al final, se quemaron con nuestros últimos cometas.

No me dejes, simplemente

Y así, no tendré que encontrarme.